Comentario diario

1 mayo - San José, obrero

Es bueno trabajar. Trabajar mucho y bien nos hace imagen de Dios, que es el primer trabajador: Él nunca deja de hacer el bien, de bendecir con sus creaciones, de amar sin medida lo creado y cuidarlo con providente atención.

No le hacía falta este mundo, pero en cambio, como hábil arquitecto y diseñador, lo ha construido y lo mantiene en el ser. Lo cuida constantemente como buen administrador de la finca, y procura su crecimiento como el mejor de los jardineros. Está atento no sólo a las fachadas, sino a los entresijos del amplio mundo del mantenimiento.

Dios es también el mejor pintor, que con una sutil delicadeza engalana a las mariposas con sus hermosísimas alas, viste las más bellas flores y se entretiene con el movimiento creativo de las auroras boreales. Su pericia como escultor la contemplamos en los anillos de Saturno o las singulares y nunca repetidas formas geométricas de los copos de nieve.

Como dramaturgo, el guión de Dios Padre es sin duda el mejor libreto de la historia; de hecho su obra maestra es designada como ?Historia de la Salvación?, en cuya representación entran todos los hombres y el universo mundo creado. Hay de todo en esta obra cumbre: risas y llantos, derrotas y victorias; fidelidad e infidelidad; vida y muerte… Refleja fielmente la compleja existencia de la humanidad. El gran protagonista es su Hijo Eterno, creador del universo y el más perfecto de los hombres. Pero a través de Él nos llama, a todos los que desean unirse por la fe, a subir al escenario para prolongar su mismo papel mediante la efusión y moción del Espíritu Santo que nos hace «hijos en el Hijo». Todos entramos en escena por voluntad de Dios en este ?gran teatro? del mundo creado y salvado.

Como economista, administra, guarda y distribuye los bienes más preciados para la humanidad, y de los que a veces ésta carece un poco: el amor, la paz, el bien, la generosidad… Y para su administración creó el mejor de los bancos, denominado ?Economía de la Salvación?. Lo primero en él sí son las personas ?de verdad de la buena?. Es a la vez una macro-economía, pues atañe a todos los hombres y a la creación entera, pero al mismo tiempo funciona como micro-economía, pues el bien más preciado es la gracia que se derrama en cada corazón, en cada persona, que es original e irrepetible, como los copos de nieve.

Respecto a los medios de comunicación, Dios no tiene rival en el manejo de la Palabra, pues Él mismo es el emisor y el mensaje. Y cuenta con la mejor red de comunicación global: la gracia del Espíritu Santo, que llega con señal plena a todos los corazones que abren su vida a Dios. Nunca se cuelga, ni es poca su intensidad. La contraseña es la libertad de cada persona, mediante la cual, cada uno se puede unir a esta gran red de contenidos salvíficos.

En cuanto a su faceta de rey y político, gobierna con mano de hierro cuando se trata de defender la vida, la verdad y la belleza, y le planta cara a sus enemigos con el ejército de los ángeles. Con los débiles se presenta comprensivo; con los corruptos, firme; con los pecadores, misericordioso. Con todos, dispuesto a escuchar ?sin campaña electoral? todos los problemas reales de los ciudadanos.

En cuanto al trabajo doméstico, hay un reparto equitativo de las tareas entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, en constante obediencia filial del Hijo a la voluntad del Padre, en unión del Espíritu Santo. La comunicación siempre es cordial, y no se tergiversa nunca, ni nada se pierde. Siempre se escuchan. El amor es la unión y el calor ese gran Hogar que es Dios mismo.

Podríamos tomar todos y cada uno de los trabajos de este mundo, y de todos ellos encontramos un reflejo del quehacer constante de Dios. ¡Es un absoluto genio!

Los hombres no trabajamos en todo a la vez: sólo el Señor puede hacerlo. Pero cada trabajo guarda un reflejo de Dios. Somos más cuanto más reflejamos la grandeza y belleza de Dios trabajador. Y con la constante labor de tantos tipos de trabajo de la sociedad, vamos perfeccionando este mundo y a nosotros mismo. Ninguno es más importante que otros: son más o menos visibles, pero esenciales lo son absolutamente todos.

La memoria que hacemos de San José obrero es un modelo de cómo ofrecer a Dios un trabajo bien hecho. Que él nos ayude a trabajar mucho y bien en todas las facetas que componen nuestra vida de trabajo. El truco es descubrir que todo es un constante ?hacer?: no sólo el trabajo remunerado, sino también las tareas de la casa, el cuidado de la familia, los hobbies, la diversión o el descanso (?al séptimo día descansó?).

El mayor trabajo de San José fue levantar el nuevo templo de Dios, que es la humanidad de Cristo: el amor de padre, la educación y la enseñanza de su trabajo de carpintero.

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